
Señor Director:
Porque hecho está, el día y la hora han llegado. Por primera vez, la ciudadanía tiene la oportunidad histórica de pronunciarse sobre la legitimidad y proyección de lo que se nos ha ofrecido como la nueva institucionalidad, erigiéndose, principalmente, sobre una complejidad conceptual: dignidad. Y todo mediante dos opciones, apruebo o rechazo, la preferencia por alguna nos demanda consciencia; en sí mismas ambas son depositarias de recalcitrantes posturas que apelan al resentimiento de nuestro pasado, fenomenológicamente hablando y, por estrategia, se presentan como propuestas transformadoras (<< aprobar para cambiar>> o << rechazar para reformar >> y sus combinaciones).
Sobre las motivaciones de la conciencia el Derecho, salvo el reproche normativo por un actuar ilícito, nada puede orientar el debate, pero sí puede pronunciarse sobre la calidad de sus instituciones. En simple, el texto oficial es la mediocridad jurídica de un complejo y tenso diseño institucional que polemiza la democracia.
Kevin I. Seals Alfaro
Estudiante de quinto año de Derecho y Minor en Ciencia Políticas por la Universidad Adolfo Ibáñez de Santiago.