Por Raúl Vargas Manríquez (Estudiante de quinto año de Derecho. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso).
Mientras leía ideas de aquellas para una mayor recaudación de fondos públicos, inevitablemente, en medio del concierto de estas, aparece una proveniente de los congresales Walker y Vallejo, cuya propuesta considera 3 ejes, sobre los cuales a modo de introducción, basta con decir: que en el caso del impuesto del 2,5% a personas de no abultado, sino abultadísimo patrimonio, este obedece a lógicas que no se necesita presentar, pues es algo en que se ha visto una necesidad justificada, algo que además podríamos calificar de un “empujoncito” a dichas familias. Nada grave. El caso del aumento transitorio del tramo más alto de IDPC es algo que bien puede obedecer a la misma lógica, pero esperemos no se transforme en costumbre, pues en países como Alemania, el impuesto a las empresas ronda el 15% federal, con 14-17%app municipal, por lo que “provisoriamente” el Estado cobraría un impuesto a las empresas por usufructuar del capital humano y material de la nación, similar al que en Alemania cobran, estando absolutamente de más el tener que entrar en lo absurdo que resulta comparar las condiciones del empresariado en Alemania con las nuestras. Hasta ahí no hay nada nuevo bajo el sol, nada muy técnico tampoco, solo populismo “wachaca” del cual ya hacemos costumbre.
Sin embargo, y he aquí un atentado contra el desarrollo e industria nacional, es el tercer eje del proyecto presentado por la representante comunista, y es que la eliminación transitoria, ya que solo pensar en una eliminación permanente implica números rojos en la bolsa de Santiago, es un atentado contra el crecimiento económico del país, cuando este más necesita poner pan en la mesa de los chilenos, no solo en la pandemia, sino a futuro. En las siguientes líneas hago referencia precisamente a la eliminación de los beneficios tributarios del artículo 107 del Código Tributario, y a la exención de IDPC que beneficia a los Fondos de Inversión Privada establecido en la ley 20.712, sobre Administración de fondos de terceros y carteras individuales.
A grandes rasgos estos beneficios implican que en la enajenación de acciones y otros instrumentos con cotización bursátil, no se compromete el mayor valor de dicha venta como renta, y el segundo beneficio implicaría sencillamente una exención que beneficia los retiros de los Fondos de inversión privada. Es un beneficio pensado para atraer capital de inversión para así promover la aparición de la micro, pequeña y mediana empresa, de la mano con todas las ideas que estas puedan traer.
¿Por qué es que en Chile tenemos tales facilidades? Es la pregunta que corresponde hacerse, y para esto resulta clave entender la diferencia entre los conceptos norteamericanos “Main Street” y “Wall Street”. Cuando a comienzos del siglo veinte se usaban estos términos no era para referirse a un lugar geográfico puntualmente, sino para diferenciar a quienes producían riqueza con sus manos, de quienes la producían con las manos de otros. No es tan obvio pensar en estos días, que estos actúan simbióticamente, producto de la mala fama atribuida al inversionista, pero en la labor de plasmar una idea, todo Henry Ford necesita su William Murphy, o bien, alguien que mediante el Venture-Capital le de un voto de confianza, (sobre todo) acompañado de los fondos necesarios para hacer realidad el sueño del emprendedor.
El gran problema de este proyecto es que no solo sienta peligrosas bases de políticas atentatorias contra el desarrollo tecnológico, y creación de empleos, sino que lo golpea cuando más necesita ser apoyado, de una forma torpe, pues de haberse querido solamente recaudar fondos para financiar políticas públicas, se habría suprimido el beneficio de la Ley 20.712 para así cargar impositivamente los dividendos repartidos por los fondos de inversión, sin embargo queda descubierta la intención del proyecto al gravar las transferencias de productos bursátiles, que lo único que logra es desincentivar la llegada de capital financiero y movimiento de apoyo en favor de las Start-Ups. Un nuevo ataque a los emprendedores, pero que esta vez, astutamente, se lleva a cabo indirectamente a través de un sabotaje o desincentivo a los Fondos de inversión privada.
Este atentado a los chilenos y chilenas emprendedores esta vez se realiza mediante un ataque al mundo del Venture-Capital, una institución que a lo largo de la historia ha sido un vehículo para las más grandes ideas de crecimiento económico que hemos visto, pudiendo ilustrar así la importancia del Venture-Capital en lo siguiente: a Henry Ford lo sacaron de la Henry Ford Company, por no ser capaz de llevar sus ideas a la realidad, poniendo en peligro no solo el capital de terceros y las fuentes de trabajo de tantos otros trabajadores, sino por la amenaza que él mismo representaba para sus propias ideas. El Venture-Capital bien llevado implicó proteger las ideas de Ford del peligro que Henry Ford representaba. De esta forma, fue despachado teniendo en su poder mil dólares, unos bocetos de su último modelo de auto y el derecho a usar el nombre “Henry Ford Company” en futuros emprendimientos suyos. William Murphy, su inversionista primigenio y promotor de tantos proyectos, salvó las ideas de Ford haciendo uso de mecanismos de control propios del Venture-Capital (“proto Venture-Capital” en aquellos años de la historia), para así poner en la dirección de la empresa a Henry M. Leeland, un conocido mecánico de Detroit, y así fundar la Cadillac Automobile Company, exitosa compañía al día de hoy. Esto plasma una de las grandes funciones del Venture-Capital y es que precisamente una gran idea pueda sobrevivir a una mala administración siempre y cuando haya quienes, preocupados por el éxito de la idea, sean capaces de controlar y cambiar dicha administración.
Es por esta capacidad de materializar ideas y oportunidades, que no podemos golpear a “Wall Street” sin esperar repercusiones en la “Main Street”, y esta iniciativa de la congresal comunista se configura como el “primer retiro” contra la creación de empleos, fomento de industrialización y promoción de desarrollo tecnológico. Un duro golpe que se suma a los que hemos dado contra las AFP, que no solo desvalijó la previsión del pueblo chileno, sino que atentó contra todas las inversiones que estas llevaban a cabo, y que no podrán llevar nunca más, en atención a su previsible desaparición.
Ciertamente son tiempos oscuros para el desarrollo chileno, obviando lo que sucede a nivel mundial. Ya Cristóbal Porzio1 en su columna del Mercurio Legal titulada “Chile como nueva potencia mundial alimentaria ¿y las nuevas variedades vegetales para cuando?” nos habla de la importancia de promover la investigación y su conjunto establecimiento de propiedades intelectuales, para lo cual requeriremos no solo esfuerzos del pueblo chileno, sino también de incorporación en la legislación tributaria de elementos promuevan el desarrollo. Un deseo el suyo, que cada vez se aleja más de los de la clase política, que optando por el desincentivo tributario dejan cada vez menos espacio para los privados, al hacer crecer la sombra del Estado.
¿Quién promoverá las nuevas ideas? ¿Quién administrará los procesos productivos? ¿Quién traerá fuentes de trabajo a Chile? La respuesta es en lo sumo sencilla, y los actos de no solo la diputada comunista, sino de toda la oposición, han dejado entrever la respuesta a aquellas preguntas:
“Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”
Referencias
1. Cristóbal Porzio, El Mercurio Legal, abril 28 de 2021, https://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-Juridico/2021/04/28/nuevas-variedades-vegetales-nacionales-cuando.aspx